Fue Pura Vida

Llego la invitación sin más, una presentación privada del proyecto artístico más under de la Ciudad de Santiago de Cuba “Pura Vida" aunque bueno tal vez el premio “El Creador" que recibieron ha principios de año los había sacado un poco de ese under. Quizás por eso esta acción restauraría su misticismo, devolviendo ese aló de misterio que rodea a todas las criaturas qué parecían como ellos habitar en el valle inquietante. La invitación no aclaraba mucho, solamente la acompañaba la ubicación de un sitio apartado de las afueras. Pedir indicaciones era difícil porque era uno de esos sitios donde nadie sabe y el que sabe no dice mucho. Por suerte a los que habían convocado, la anfitriona de la casa nos iba a buscar.

El ambiente, era un domingo, una pequeña piscina coronaba el enorme patio bordeado de árboles frutales, en una isla tropical, en primavera. Iniciaba la tarde y como era de esperar éramos pocos. Al fondo un bohío habitado por una gran biblioteca (qué con ironía o destreza se componía en su mayoría de libros de ciencias sociales) a la biblioteca la acompañaban tres o cuatro guitarras colgadas por las paredes, una pequeña cama y se suponía que una cocina oculta en algún lugar al fondo. Tras un cálido recibimiento y un par de provocaciones para lanzarme a la piscina con la ropa que llevaba puesta, me acomode. De a poquito fue llegando la poquita gente que asistiría.

La gente cuando se reúne tiende, a hablar del pasado, reúne a un grupo de artistas y te enteraras de la bohemia de antaño. Mientras picaban las viandas y la gente iba y venía del huerto a un costado de la casa trayendo lo que lograba encontrar para el guiso. Eso era aquel grupo, un gran guiso entre: performance, teatro, música, etc. Arte para todos los sentidos, pero sobre todo para la mente y el alma. El espíritu colectivo sé así latente y se contagiaba de la Magia de la familia anfitriona qué los hacía a todos sonreír, en cuanto empezó a caer la noche, el show comenzó a despertar.

Solo dos actores y un público, qué era arte en si mismo, la palabra como vehículo, qué le daba forma, las imágenes poderosísimas qué iba creando y quedaban como un lienzo efímero sobre el plano de la realidad. Las parábolas trazaban las líneas qué la obra coloreaba de forma magistral, parábolas sobre una isla qué naufraga, parábolas en una isla qué naufraga. Aquello no era para todos, por eso no todos estaban ahí. Y desde la ironía, el humor, la sensibilidad, lo soltaban todo, todo lo que querían decir y muchas veces no salía “ese empacho en palabras". La política, la gente, la religión, se hacían la guerra y el amor sobre aquel escenario improvisado. Brotaron lágrimas, se dieron abrazos, se coreo y hubo demasiadas palmas para ser tan poca gente, ya la noche había caído del todo. Era la última presentación de Pura Vida.