It was one of those nights that remain etched in our memories. The neighborhood's power plant was coughing, threatening to leave us in the dark, but the downpour hadn't deterred us. In Los Altos de Fariñas, where the marabou grass grew wild, the only decent television was in the house of the girl who was making me lose my breath. My uncle and I waded through the mud, praying that the electricity would hold and that the matron of the house hadn't fallen asleep.

Fate smiled on us. Half an hour later, we were in front of Krim 218, that black and white Russian television broadcasting something unusual: Óscar de León's first (and only) performance in Cuba. At twelve years old, I didn't know who that man with the thunderous voice was, but when he started singing, something ignited inside me. It wasn't just the music, but the way she moved her feet, the way she looked at me out of the corner of her eye. Two hours that turned me into a fan of Óscar and his eternal accomplice in that teenage love.

The Taxi Driver Who Became a Legend

Óscar Emilio León Simoza was born in Caracas on July 11, 1943. His life could have been that of any working class: he was a mechanic, a taxi driver, and even studied topography, although he never practiced. But music lurked around every corner. At 28, while playing bass in a brewery called La Distinción, the lead singer left. "I know them," said Oscar, and that night El Sonero del Mundo was born.

In 1972, he founded La Dimensión Latina with musicians gathered on the fly. With no money, but with blind faith, they debuted in the same venue that had fired him months earlier. The success was instant. Songs like "Llorarás" and "Déjala que siga" became anthems, and his unique style, that blend of Cuban son, salsa brava, and boundless energy, made him the undisputed king of the genre.

The man of a thousand nicknames and a thousand hits

They call him The Lion of Salsa, The Pharaoh, The Devil of Salsa, and each nickname encapsulates his power. He didn't just sing: he was a spectacle in himself. He moved the double bass as if it weighed nothing, worked his butt off, and made even the stiffest souls dance. He recorded more than 80 albums, sold millions, and shared the stage with greats like Celia Cruz, Tito Puente, and Eddie Palmieri.

In 2000, his voice on "Cielito Lindo" (with Puente and Palmieri) earned him a Grammy for Best Tropical Album.

The Legacy of a Titan

Today, at 82, Óscar continues to perform on stage, defying time. He has received the Latin Grammy for Musical Excellence (2013) and an Honorary Doctorate for his contributions to culture. But more than awards, his greatness lies in those nights where one of his songs unites generations. Like that time in Fariñas, when an old television and a downpour taught me that salsa isn't just heard—it's lived.

And as long as "Llorarás" continues to play in some neighborhood, at some party, in some broken or lovelorn heart, Óscar de León will remain, as he was in my adolescence, the absolute master of the rhythm.

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📚_{Get to know me. I have published Ashes' Banquet (2002), Behind the Skin (2004), On This Side of Death (2014), The Natural Order of Things (2015), The Blood of the Marabou (2020), The Sixth Cavalry of Kansas (2024), and Infinite Nothingness (2024).}

Óscar de León: El rugido eterno de la salsa

Era una noche de esas ===========que se clavan en la memoria. La planta eléctrica del barrio tosía, amenazando con dejarnos a oscuras, pero el aguacero no había logrado disuadirnos. En Los Altos de Fariñas, donde el marabú crecía salvaje, el único televisor decente estaba en casa de la muchacha que me hacía perder el aliento. Mi tío y yo avanzamos entre el lodo, rezando para que la electricidad aguantara y la matrona de la casa no se hubiera dormido.

El destino nos sonrió. Media hora después, estábamos frente al Krim 218, ese televisor ruso en blanco y negro que transmitía algo insólito: la primera (y única) presentación de Óscar de León en Cuba. Yo, a mis doce años, no sabía quién era ese hombre de voz atronadora, pero cuando empezó a cantar, algo se encendió en mí. No solo era la música, sino la forma en que ella movía los pies, cómo me miraba de reojo. Dos horas que me convirtieron en fanático de Óscar y en su eterno cómplice de aquel amor adolescente.

El taxista que se convirtió en leyenda

Óscar Emilio León Simoza nació en Caracas el 11 de julio de 1943. Su vida pudo ser la de cualquier obrero: fue mecánico, taxista y hasta estudió topografía, aunque nunca ejerció. Pero la música lo acechaba en cada esquina. A los 28 años, mientras tocaba el bajo en una cervecería llamada La Distinción, el cantante principal faltó. "Yo me las sé", dijo Óscar, y esa noche nació El Sonero del Mundo.

En 1972, fundó La Dimensión Latina con músicos reunidos a la carrera. Sin dinero, pero con una fe ciega, debutaron en el mismo local que meses antes lo había despedido. El éxito fue instantáneo. Temas como "Llorarás" y "Déjala que siga" se volvieron himnos, y su estilo único, esa mezcla de son cubano, salsa brava y energía desbordada, lo convirtió en el rey indiscutible del género.

El hombre de los mil apodos y los mil éxitos

Le dicen El León de la Salsa, El Faraón, El Diablo de la Salsa, y cada apodo resume su poder. No solo cantaba: era un espectáculo en sí mismo. Movía el contrabajo como si pesara nada, sudaba la camiseta y hacía bailar hasta al más tieso. Grabó más de 80 discos, vendió millones y compartió escenario con los grandes como Celia Cruz, Tito Puente y Eddie Palmieri.

En el 2000, su voz en "Cielito Lindo" (junto a Puente y Palmieri) lo llevó a ganar un Grammy al Mejor Álbum Tropical.

El legado de un titán

Hoy, a sus 82 años, Óscar sigue en el escenario, desafiando el tiempo. Ha recibido el Grammy Latino a la Excelencia Musical (2013) y un Doctorado Honoris Causa por su aporte a la cultura. Pero más que premios, su grandeza está en esas noches donde una canción suya une a generaciones. Como aquella vez en Fariñas, cuando un televisor viejo y un aguacero me enseñaron que la salsa no solo se escucha—se vive.

Y mientras "Llorarás" siga sonando en algún barrio, en alguna fiesta, en algún corazón roto o enamorado, Óscar de León seguirá siendo, como en mi adolescencia, el dueño absoluto del ritmo.

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📚_{Conóceme. He publicado Convite de Cenizas (2002), Tras la piel (2004), En este lado de la muerte (2014), El orden natural de las cosas (2015), La Sangre del Marabú (2020), La Sexta Caballería de Kansas (2024) y La Nada Infinita (2024)}