Seductoramente mundana, intensamente amorosa, recordamos hoy a Chavela Vargas, fallecida el 5 de agosto de 2012, esa voz que irrumpió en la canción hasta entonces interpretada por hombres, con sus rancheras y boleros, con su sonido grave, ronco, tocado por la afición al alcohol y al tabaco, y que ha dejado en muchos —incluyéndome— ese sabor de pasión, falta y nostalgia. La recuerdo con una microficción, titulada con una frase de una canción de Joaquín Sabinas.

Seguía ahí, con su sarape rojo, como quien no puede dejar su alma, aún en estos momentos de despedida. Aunque no es la muerte su compañera de parranda, está asomándose a la ventana de esta noche como una luna oscura.

¿Cuál es mi nahual?, piensa… ¿jaguar o conejo? Garra o ternura, la vida. Dos lágrimas recorrieron las arrugas de sus pómulos, y vino la imagen de aquella “llorona” que tanto había cantado. Soy ese llanto, ese grito asfixiante que nos inunda. “Piensa en mí” –caviló–, pero no me refería a ti, paloma negra. ¿Aunque quizás siempre estuve cantando a ti, chunga negra? Pero, en todo caso, no quiero irme sin el último trago. ¡Dos tequilas, por favor, para mí y esta pareja!

Sé que muchos no me quieren. Yo, tan atrevida y diferente, con mi condición de lesbiana, cantando al amor y al dolor y el fracaso. Pero eso siempre fui, y seguiré siendo. “Yo volveré”, canté, y así me gustaría que fuera, aunque sea cuando me escuchen nuevamente.

Uno de los mejores homenajes hechos en vida a Chavela Vargas es la canción “Por el bulevar de los sueños rotos”, que escribiera y grabara el cantautor español Joaquín Sabina, la cual pongo a continuación.