Diálogo caribeño: García Márquez y Cheo Feliciano

Dos grandes figuras de la cultura caribeña murieron un día como hoy, 17 de abril, hace 10 años: Gabriel García Márquez y Cheo Feliciano; el primero, el escritor colombiano de alcance universal, Premio Nobel de Literatura 1982; el segundo, si no tan cosmopolita, el cantante portorriqueño José Luis Feliciano Vega, conocido simplemente como Cheo Feliciano.

Sobre García Márquez escribí este año un post en su nacimiento, que pueden visitar en este enlace. A Cheo Feliciano le debía una entrada en su honor en esta plataforma. Ahora los conjugo en un diálogo imaginario.

El sol y el calor son abrasadores hoy en Ciudad de México. En el bar del "bulevar de los sueños rotos", con el espíritu de Chavela Vargas, dos hombres son presentados por el sabio mesonero de años en el lugar; se saludan y se reconocen: el costeño colombiano y el boricua.

GGM: Sé que te has dedicado desde muy niño a la música; algo leí alguna vez sobre tu vida. Yo, como sabes, me he concentrado en la escritura, en las letras, como dicen. Aunque la música también tiene letras, ¡si no lo vas a saber tú!

ChF: Así es, señor Gabo.

GGM: Lo de señor está de más. Que me llames Gabo me gusta, y que me tutees, como buen habitante de estas tierras calientes.

ChF: Te decía —me cuesta mucho tutearlo— que, efectivamente, la música fue mi vida. La viví, la sufrí y la gocé.

GGM: Me encanta esa frase, con esos tres verbos tan expresivos y enfáticos. Yo me rebusqué con la música un tiempo cuando viví en París, siendo todavía joven, casi "feliz e indocumentado". La literatura —también el periodismo y el cine— ocupó casi toda mi alma. Pero una parte de ella y mi cuerpo estaban con la música.

CHF: Es decir, incluso llegó a cantar.

GGM: Sí, en un club nocturno en París; pero como te dije, era solo una forma de ganarme la vida, pues la escritura no daba. Y cantaba rancheras, precisamente. ¡Juancito! —llamó al mesonero—. pon en la rocola "Cucurrucucú Paloma" o alguna de las grandes de Agustín.

Chocaron los pequeños vasos de vidrio y bebieron hasta el fondo el buen ron cubano que Gabo prefería. Luego siguieron platicando gustosamente, mientras Lola Beltrán sonaba.

El cantante Cheo Feliciano - Fuente

GGM: Una vez declaré que nunca he podido entender cómo una persona que quiera ser culta, no tenga la música como uno de los elementos fundamentales de su formación cultural. Tú eres un ejemplo de esa verdad incuestionable para mí.

ChF: Gracias por lo que me toca, maestro. Yo soy muy letrado que digamos; en verdad, no seguí los estudios por necesidad de trabajar. Y lo comencé haciendo precisamente en clubes nocturnos, en eso nos parecemos un poco.

GGM: En eso y en mucho más, maestro, permítame también llamarlo así. Si bien usted no fue escritor, en sus canciones (y, por supuesto, en su atribulada y heroica vida) nos ha legado una narrativa, la del espíritu del guaguancó y el bolero, tan definidores de un estilo de vida, la vida del Caribe. A ese que yo quise que hablara en mi obra, con todos sus luces y oscuridades.

ChF: Gracias, gracias... No tengo palabras.

GGM: Y no hacen falta más. En tus canciones, de las que yo pude escuchar (cuando mi primera crisis oncológica, me dediqué a escuchar mucha música), se expresa ese mito ancestral que nos constituye -la sabrosa "Anacaona"- y los de la imaginación popular -la rítimica "El ratón"-, a esa gente que cantaste en canciones como "Los Entierros" y "Juan Albañil", y a ese entusiasmo de la poesía que siempre añoraré, como en tus sentidos boleros, llenos de amor y nostalgia. Gracias a ti, Cheo. ¡Salud!

Referencias:
https://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Garc%C3%ADa_M%C3%A1rquez
https://es.wikipedia.org/wiki/Cheo_Feliciano
https://www.eldiario.es/cultura/musica/vallenatos-bandas-sonoras-garcia-marquez_1_1040181.html

A continuación dos piezas inmortales de Cheo Feliciano:

"Los entierros"