Manos que cuidan (SUNO)

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Martes 22 de julio, 2025.

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Las tareas de cuidado y mantenimiento del hogar como un medio de trabajo surgieron según las necesidades de las comunidades. En las sociedades antiguas, como Mesopotamia, Egipto o Grecia, las labores del hogar recaían principalmente en mujeres y esclavos, quienes cocinaban, limpiaban y cuidaban a los niños mientras los hombres se dedicaban a actividades fuera del espacio doméstico.

Durante la Edad Media en Europa, el hogar feudal integraba a siervos y campesinos que, además de trabajar la tierra, contribuían al mantenimiento de las casas de los señores. Las mujeres, tanto nobles como campesinas, asumían roles clave en la organización del hogar, desde hilar textiles hasta conservar alimentos.

Con el Renacimiento y la consolidación de la burguesía, las casas urbanas demandaron más personal especializado. En los hogares acomodados, se contrataban criados, cocineras y niñeras, a menudo provenientes de clases bajas o zonas rurales, marcando una división más clara entre quienes pagaban y quienes trabajaban.

En el siglo XX, los avances tecnológicos, como los electrodomésticos, aligeraron algunas tareas, pero no eliminaron la carga desigual. En muchas regiones, especialmente en América Latina, Asia y África, las trabajadoras migraban a las ciudades o al extranjero, formando redes globales de cuidado. Estas mujeres, a menudo racializadas y de clases bajas, sostenían los hogares de otros mientras dejaban los propios. Los movimientos feministas de los años 60 y 70 comenzaron a visibilizar estas labores como trabajo esencial, cuestionando su devaluación y abogando por derechos laborales.

En países desarrollados, las trabajadoras migrantes, muchas de América Latina, Asia o Europa del Este, constituyen una fuerza laboral clave, a menudo en condiciones de vulnerabilidad. En 2011, la Organización Internacional del Trabajo adoptó el Convenio 189, un hito que reconoció derechos laborales básicos para estas trabajadoras, aunque su implementación sigue siendo desigual.

Los gobiernos tienen un papel crucial en garantizar los derechos y el bienestar de quienes realizan labores de cuidado en los hogares, un sector históricamente invisibilizado y vulnerable. Estas personas, mayoritariamente mujeres y a menudo migrantes o de comunidades marginadas, enfrentan condiciones laborales precarias, con salarios bajos, jornadas extensas y falta de acceso a protecciones básicas.

Además, es fundamental regular las horas de trabajo, asegurando descansos adecuados y límites a las jornadas, ya que muchas enfrentan horarios agotadores sin tiempo para el descanso o la vida personal.

Se deben crear mecanismos de inspección que aseguren el cumplimiento de las leyes en los hogares, un entorno laboral difícil de supervisar por su naturaleza privada. Esto puede incluir registros obligatorios de contratos y canales accesibles para denunciar violaciones sin temor a represalias. También es importante abordar la vulnerabilidad de las trabajadoras migrantes, garantizando igualdad de derechos independientemente de su estatus migratorio y combatiendo la explotación en contextos transnacionales.

Más allá de las leyes, los gobiernos pueden promover campañas de sensibilización para dignificar estas labores, combatiendo estigmas que las devalúan. Invertir en formación profesional, como programas de capacitación en cuidado o habilidades técnicas, puede empoderar a estas personas y mejorar sus oportunidades.

Quienes contratan a personas para realizar tareas de cuidado, mantenimiento del hogar, jardinería o conducción tienen responsabilidades éticas y legales que van más allá del simple pago por servicios. Estas obligaciones buscan garantizar un trato justo, digno y respetuoso, reconociendo el valor esencial de estas labores.

Es fundamental proporcionar condiciones de trabajo seguras y adecuadas. Esto implica proveer herramientas, materiales y un entorno libre de riesgos físicos o emocionales, como exposición a sustancias peligrosas sin protección o ambientes de trabajo hostiles. Para quienes cuidan niños, los empleadores deben garantizar un espacio seguro y recursos suficientes, como materiales educativos o de cuidado, mientras que para jardineros o choferes, se deben proporcionar equipos en buen estado, como herramientas de jardinería o vehículos bien mantenidos.

Los empleadores tienen la obligación de respetar los límites horarios, asegurando jornadas razonables y descansos adecuados. Esto es especialmente relevante para quienes viven en el hogar del empleador, ya que la falta de separación entre trabajo y vida personal puede llevar a jornadas extenuantes. También deben otorgar días libres, vacaciones pagadas y licencias por enfermedad o motivos personales, conforme a las leyes locales o estándares internacionales. En el caso de niñeras, es crucial respetar su rol profesional, evitando imponer tareas adicionales no acordadas, como limpieza extensiva, que desvirtúen su función principal.

La formalización del empleo es otra responsabilidad clave. Esto incluye ofrecer contratos claros que especifiquen tareas, horarios, salario y beneficios, protegiendo tanto al empleador como al trabajador.

Finalmente, los empleadores deben estar informados sobre las leyes laborales de su país y cumplirlas rigurosamente, incluyendo el registro del trabajador en sistemas de seguridad social o la declaración de impuestos, si aplica. En el caso de trabajadores migrantes, deben asegurarse de no contribuir a su vulnerabilidad, respetando su estatus legal y derechos. Cumplir con estas responsabilidades no solo beneficia a los trabajadores, sino que fomenta relaciones laborales justas y sostenibles, fortaleciendo la dinámica de cuidado y confianza en el hogar.

Esta es la canción que le pedí a Suno:

“Manos que cuidan”

[Verso 1]

Despierto al alba, el sol apenas asoma,
la casa duerme, pero yo ya la recorro.
Con mis manos, pinto vida en cada esquina,
barro sueños, tejo paz, la rutina.

El café humea, la mesa está lista,
un hogar brilla por quien nunca desista.
En el silencio, mi esfuerzo es la voz,
tejiendo amor en los detalles, sin alboroto ni honor.

[Coro]

Manos que cuidan, que dan sin pedir,
en cada rincón, un mundo por construir.
Sin capa ni gloria, pero con valor,
sostienen la vida con puro amor.

[Verso 2]

La ropa danza en el agua y el jabón,
el suelo canta con mi paso y devoción.
Cada plato, cada vaso, tiene historia,
guardo memorias en la casa y su memoria.

No hay reflectores, ni aplausos al final,
pero mi orgullo es ver todo en su lugar.
Un lienzo vivo, que pinto con esmero,
mi arte es el hogar, mi lienzo verdadero.

[Coro]

Manos que cuidan, que dan sin pedir,
en cada rincón, un mundo por construir.
Sin capa ni gloria, pero con valor,
sostienen la vida con puro amor.

[Puente]

No se ve mi sombra, pero está mi huella,
en la risa de los niños, en la calma que destella.
Soy el ritmo que sostiene el corazón del hogar,
un latido invisible que no deja de sonar.

[Coro]

Manos que cuidan, que dan sin pedir,
en cada rincón, un mundo por construir.
Sin capa ni gloria, pero con valor,
sostienen la vida con puro amor.

[Outro]

Cuando el día acaba y la noche me abraza,
mi cansancio susurra: "valió la pena".
Por las manos que cuidan, que nunca se ven,
el mundo respira, y yo también.

🎵 🎶 🎶 🎶 🎵 🎼 🎼 ♬ ♫ ♪ ♩

Esta fue una canción de Martes.

Gracias por pasarse a leer y escuchar un rato, amigas, amigos, amigues de BlurtMedia.

Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.

Saludines, camaradas "BlurtMedianenses"!!

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